jueves, 6 de mayo de 2010

Mi aventura en Tramuntana.

Hola, me llamo Ainhoa y os voy a contar una de mis mejores aventuras. ¡Prestad atención!
Todo ocurrió así:
El día 8 de febrero de 2007, estaba yo, tumbada en el sofá, viendo la televisión y comiéndome un helado de fresa y vainilla. Cuando de repente, veo que sale en la tele:
- "Se sortea un viaje a París, solo tiene que comprar una de estas papeletas. ¡Seguro que toca! " .
Cuando lo vi, me dirigí rápidamente a mi madre y le dije:
- Mamá, mamá, tienes que comprar una de estas papeletas, me quiero ir de viaje a París.
- Vale hija, ¿pero, dónde las venden? - me respondió muy decidida mi madre - .
- Pues..., seguro que la venden en la administración. - Respondí - .
- Ok, ahora mismo voy antes de que se agoten todas.
Pasó un ratito cuando mi madre se dirigió hacia la puerta para ir a la administración.
Cuando ya estaba allí, compró una papeleta y el número era: 1624.
Por el camino, mi madre, de repente, vio un barullo de gente que se dirigía hacia la administración.
Cuando llegó a casa, me enseñó la papeleta, la vi y le dije que la guardase muy bien.
¡Ya llegó el día del sorteo! Yo estaba muy entusiasmada porque deseaba que me tocase el viaje, cuando a continuación se oye:
- El número ganador es el... 1624.
Cuando lo escuché, me puse a dar gritos y saltos de alegría. Se lo dije a mi madre, cogí la papeleta y me dispuse a la puerta. Fui corriendo hacia la administración, le enseñé la papeleta y me dio un cheque de 5 millones de euros para el viaje a París.
Cuando llegué a mi casa y le dí a mi madre el cheque, no se lo podía creer. Pasaron los meses y yo seguía ilusionada por ir al viaje de París.
El día 16 de agosto de 2007, fue cuando mis padres me dieron una gran noticia, me digeron que mañana iba a ir a París de viaje. Cuando me lo dijeron, no me lo podía creer.
Al día siguiente hice la maleta,metí dentro:
El bañador, alguna ropa de verano, faldas, vestidos, y algo de dinero. Cuando ya teníamos todos hecha la maleta, salimos de casa, fuimos al aeropuerto y cogimos el único avión que iba a París. Nos subimos al avión, yo estaba super nerviosa porque nunca antes había viajado en avión y no sabía la sensación que se tenía.
En el avión había mucha gente de mediana edad. Yo era la única chica que había allí. Aunque nunca antes, había viajado en avión, no estaba mareada y eso que llevábamos ya 2 horas.
Me estaba desesperando y pregunté a una azafata que cuánto quedaba por llegar. Y me dijo:
- Hola, quedan 4 horas más.
Cuando la escuché, no me lo podía creer, pensaba que yo no podría aguantar 4 horas más allí sentada.
Cuando pasaron 2 horas, se escuchó un gran ruido, era como si hubiésemos aterrizado.
Todo el mundo se puso a gritar. ¡Habíamos caído en una isla!
Salimos del avión y, ¿sabéis lo que pasó? Nos habíamos caído y el avión había caído en la isla de Tramuntana. Esa isla era normal, tenía unos árboles muy altos y frondosos, muchos animales y muchos árboles frutales.
Yo estaba super emocionada, aunque algo molesta por no poder haber ido a París. Mis padres estaban asustado porque pensaban que nunca más íbamos a salir de Tramuntana. Mis padres y yo teníamos mucha hambre y nos comimos unas cerezas y un coco de un árbol.
Cuando, de repente, vimos un gran bulto en el suelo, como llevábamos palas, empezamos a cavar y a continuación, vimos un gran tesoro pirata. Cuando lo vimos, lo primero que pensamos fue que por fin habíamos encontrado un tesoro pirata y sobre todo que seguro que dentro de él habría mucho ora, muchísimo oro. Nos dirigimos a abrirlo, cuando de repente, vimos que no había oro, si no un mapa. Lo cogimos y lo vimos, allí salía señalado el camino de cómo ir a una gran mina de oro. Nosotros ni siquiera lo pensamos, cogimos nuestras mochilas y nos dirigimos hacia la gran mina de oro.
Por el camino nos íbamos encontrando todo tipo de animales, cuando a continuación, mi padre dijo:
- ¡Paráos!
-`¿Qué ocurre? - pregunté- .
- Hay un puente viejo y le faltan algunas tablas, tened cuidado y pasad rápido.
Pasamos el puente sin ninguna dificultad, pero tuvimos que entrar en una cueva apestosa y sucia. Saqué mi linterna de la mochila, porque por la cueva no se veía. Había ya, unas cuantas piedras en el suelo caídas del techo.
A continuación, íbamos ya viendo una luz al fondo de la cueva, es decir, estábamos saliendo de allí.
Cuando, de repente, la luz se fue y sentí un fuerte golpe en la cabeza. Se estaba derrumbando la cueva. Nos quedamos atrapados allí, hasta que, tras media hora, acabamos quitando esa enorme roca que nos tapaba la salida.
Al fin, salimos de allí, miramos el mapa y ya solo nos quedaba un rato más para llegar a la mina de oro.
Al cabo de 1 hora, llegamos a la mina. Era todo de oro, puro oro. Cogí un poco de ese brillante oro y me lo guardé en mi mochila.
Cuando regresamos al mar, donde estaba el avión y todos nuestros compañeros nos vieron con tanto oro, se quedaron asombrados.
Como no había manera de salir de allí, decidimos una idea y era que nos quedásemos allí para siempre, ya que había comida suficiente para sobrevivir. Y así acabó mi gran aventura. Si quieres saber otra de mis aventuras, otro día te seguiré contando.